miércoles, 23 de noviembre de 2011

Acompañamiento cabal.

Acompañamiento cabal


Acompañamiento cabal
Acompañamiento cabal
 El cajón es un instrumento en constante evolución, al igual que la guitarra, el cante y el baile. Las formas de entender el acompañamiento son cada vez más acordes a la nuevas tendencias dentro del flamenco y su expansión es cada vez mayor, tal y como pudimos comprobar en el magnífico DVD de Paulo De Gregorio “Los caminos del cajón”, donde se muestra la capacidad de adaptación de este tambor que se utiliza en géneros musicales que nada tienen que ver, como las dos vertientes en las que más se ha tocado: el folclore peruano y nuestro Flamenco.



En lo que a nosotros nos atañe, que es el Flamenco, el interés que existe por este instrumento es cada vez mayor, siendo muchos los que se acercan a él para aprenderlo, tanto aficionados como profesionales guitarristas, bailaores/oras o cantaores que descubren en él una forma de ampliar su capacidad rítmica para aplicarla a sus propios quehaceres. El abanico de personas que se aproximan es muy amplio, con lo cual su propagación es enorme y no es raro descubrir bailaores, guitarristas, etc., que cogen un cajón y hacen con él virguerías e incluso en algunas ocasiones lo convierten en su trabajo. Esto es así porque hoy en día su aceptación está absolutamente consolidada dentro del flamenco.

Si tomamos como ejemplo las bulerías, un estilo en el cual el cajón ha llegado a niveles rítmicos tan avanzados como el baile, podemos descubrir hasta qué punto el acompañamiento -ya sea para baile, cante o toque- se ha enriquecido de tal manera que es digno de pararse a analizar:
En el acompañamiento al baile, el uso de la rítmica de bulerías se da cuando los bailaores/oras tienden a finalizar su actuación y comienzan las subidas propias que hay en los bailes de doce tiempos (soleá por bulerías, soleá, alegrías…) y que lo llevan hasta un compás de bulerías. En este momento de la subida, el cajón se adapta a la acentuación típica del bailaor/ora para apoyarle y prescinde de la acentuación estándar:
Estándar cajón 1 2, 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 .
Subida baile 1 2, 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 .

Ocurre también que en los momentos en los que el baile tiene su instante de improvisación de pies, el percusionista busca la comodidad del bailaor dando una base rítmica muy clara y marcada con los mismos acentos que se utilizan en las subidas, o bien llevando la rítmica a seis tiempos en vez de doce para dar un margen mayor de creatividad al mismo. Cuando se mantiene esa rítmica de seis tiempos, el percusionista se encuentra como en un estado de espera sosteniendo el compás para buscar la intención de cierre del baile y así dar los doce tiempos completos y apoyar ese final.
El marcaje a seis tiempos se puede hacer de múltiples formas pero la más sencilla y efectiva, bajo mi criterio, es la siguiente:
1 2, 1 2 3 4.
Cuando se trata de acompañar a la guitarra nos encontramos en un terreno de jerarquía más similar al nuestro, estamos junto al instrumento que habitualmente acompaña cante y baile -a pesar de que muchas veces sea solista-, y es por esto que existe una complicidad muy grande entre los dos instrumentos. A mí me gusta ir casi parejo a la acentuación estándar de la guitarra para las bulerías, sobretodo en la entrada del compás, así que el marcaje que hago es:
1 2, 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 .
A la hora de acompañar a las falsetas lo más cómodo para el guitarrista es llevar el compás a seis y no a doce porque si no le obligaremos a ir cerrando continuamente y de esta manera su toque es más libre. Yo utilizo la base anterior de seis tiempos que marco mediante tresillos acentuados incidiendo en el tiempo “2” con graves y en el “3” con agudos:
1 2, 1 2 3 4.
En los momentos de “tapao” o “guitarra sorda” que se dan en algunos bailes es cuando sale a relucir la complicidad entre cajón y guitarra, de manera que el juego rítmico es brutal y de lo que se trata es de buscar mucho soniquete para que el baile se sienta totalmente estimulado. A veces el baile entra en el juego y esto se convierte en un diálogo a tres, que apoyado por las palmas, es absolutamente maravilloso, ya que los pies del baile, los juegos de la guitarra sorda y el cajón forman una improvisación espectacular.
El acompañamiento al cante lo entiendo como algo similar a la guitarra pero con dos matices muy diferenciados: primeramente, hay ciertos estilos en los que el cantaor se permite subir y bajar la velocidad para ejecutar de manera más rápida o más lenta, a diferencia de el baile o el toque donde la rítmica tiene una determinada velocidad que no varía (salvo en las subidas de baile o algunos cierres finales). Esta cualidad del cante no es propia de todos los cantaores actuales, pero sí de los de la vieja escuela que, por ejemplo, te cantaban por tangos a una velocidad y tras un corte, la variaban, poniendo así a prueba el sentido rítmico de los que le acompañaban. Un ejemplo evidente lo tenemos en el CD grabado en directo “Flamenco vivo” de Camarón y Tomatito cuando canta por tangos y dice:

……eso que tú haces no se hace,
eso que tú haces no está bien,
eso no está bien
y eso no está bien.
Eso no se hace
con el mayor…
(______bajada rítmica______)
con el mayor enemiguito del mundo.
Que mira,
si tu pena es grande….

Y el otro matiz muy importante es la intensidad: se tiene que buscar el máximo respeto a la voz para que se aprecien todos los posibles detalles, giros, pellizcos, quejíos, etc. que el cantaor interprete y sin que se le moleste en absoluto ni con el cajón ni con la guitarra. En cierto modo es como un diálogo entre el cante y el acompañamiento donde la sonoridad de la guitarra y el cajón, cuando el cantaor abre la boca, tiene que ser leve para tomar fuerza de nuevo al finalizar cada tercio de cante.

En conclusión: de lo que se trata es de buscar el acompañamiento más certero, amoldarse a lo que en cada momento está mandando o es protagonista y darle abrigo y ensalzarlo.

http://www.todocajon.com/content/acompanamiento-cabal

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